Si habéis escuchado alguna vez Canto Gregoriano habréis experimentado seguramente los efectos que produce habitualmente sobre el oyente: sensación de paz, sosiego, inducción a la introspección y a la meditación. Al cabo de unos minutos de estar escuchando esta música parece que las ondas cerebrales entran en otra sincronía, las preocupaciones se esfuman y uno se siente en equilibrio con el Universo.
¿Exagerado? Probad a poner el siguiente vídeo de los Monjes de Silos y dejadlo sonar de música de fondo mientras os dedicáis a otras cosas.
¿Qué tiene esta música que la hace tan única y diferente?
Vamos a repasar las características de este tipo de música.
En primer lugar, demuestra el poder de la voz humana como el instrumento musical con mayor capacidad para "tocar" nuestra sensibilidad. Porque una de las características de este tipo de música es que siempre es interpretada "a capella", es decir, sin la ayuda de ningún instrumento.
En segundo lugar, se trata de una música de ritmo libre, queriendo decir esto que no se articula en compases, sino que las notas se adaptan al texto (la música se supedita al mensaje, continente a contenido).
Pero esto no quiere decir que esta música no tenga ritmo, de hecho esta música se compone en su mayor parte de una sucesión de notas de igual duración. Esto hace que nuestro cerebro perciba el ritmo y sea capaz de "adelantarse" a la aparición de la siguiente nota, estableciéndose de algún modo esa "sincronía" entre la música y nuestro propio pensamiento (algunos dirían sentimiento).
Algo parecido sucede con las escalas que se utilizan en este tipo de música. El Canto Gregoriano es música modal, que quiere decir que emplea las escalas modales, un tipo de escalas diferentes a las usualmente empleadas en la música moderna (escala mayor y menor) y que en cierto modo nos remiten a sonoridades arcaicas, a través de la eliminación o conservación en cada escala de determinados intervalos sonoros.
Al utilizar una escala modal, empleamos solo siete de las doce notas musicales disponibles y esto hace que también nuestro cerebro "adivine" la nota siguiente (en el Canto Gregoriano tampoco suele haber grandes saltos entre notas) y se favorece esa sincronía música-oyente de la que hablábamos antes.
Además, el Canto Gregoriano es monódico, es decir, las voces se emiten en unísono, al mismo tiempo y realizando la misma melodía (los cantores no se complementan, sino que son una unidad, renuncian a su individualidad). En comparación con la Polifonía (forma de canto coral que surgió siglos más tarde) y en la que el equilibrio (la armonía) se establece entre las diferentes voces, en el Canto Gregoriano se potencia la sintonía entre la voz del cantor y el oyente (equilibrio interno al oyente, en contraposición a equilibrio externo en la Polifonía).
Por último, hay que recordar que el Canto Gregoriano no deja de ser una plegaria cantada y, como tal, una expresión de religiosidad, si bien, parece claro que su ámbito trasciende el de la religión cristiana en la que nació, convirtiéndose al final en una expresión de espiritualidad en un sentido más amplio y que es asumida por gentes de otras religiones o incluso agnósticos.
Esto se puso de relieve a través del extraordinario éxito discográfico del trabajo publicado por los Monjes de Silos hace unos años (probablemente recordaréis su portada).
Os dejo un par de direcciones interesantes que he encontrado en la red sobre esta bella forma de expresión musical.
No hay comentarios:
Publicar un comentario